sábado, 9 de marzo de 2013

ANECDOTARIO TAURINO (III)

UNA ESTOCADA AL VIOLIN


Esta anécdota, tan singular como cómica, ocurrió en octubre de 2003 en mi pueblo, Estremera, durante un festejo de sus Fiestas Patronales.
Se anunciaba un festival sin picadores con Óscar Higares, Serafín Marín, Sergio Martínez y un novillero de Navalcarnero llamado Antonio Carbellido Colomo. En chiqueros, aguardaban cuatro novillos de Javier Pérez-Tabernero. El festejo, que comenzó con casi tres cuartos de hora de atraso, se desarrolló sin sobresaltos. Buen toreo de Higares y Serafín con sus respectivos, garra y ganas de un recién alternativado Sergio Martínez y, como no podía ser de otra manera, en el tendido se respiraba el jolgorio y la festividad que caracteriza a un pueblo en fiestas. Y en eso estamos hasta que salió el cuarto atanasio de Javier Pérez-Tabernero, gacho de cuerna al igual que sus hermanos, terciadito y sin muchas apreturas de carnes. Como suele pasar en estos festejos sin picadores, todo pasa muy rápido y casi no da tiempo a vislumbrar los detalles. Pero al llegar al tercio de muleta empieza el mitin del novillero:  idas y venidas al burladero de matadores para que el maestro Higares le explicara como se coge una muleta, carreras por toda la plaza con el toro detrás, saltos casi atléticos al callejón... Aquello parecía más un espectáculo cómico-taurino que el festival taurino anunciado. Pero lo verdaderamente cómico llegó a la hora de matar. Yo particularmente aun no se ni como ni de qué manera lo hizo, pero en lugar de entrar a matar por el pitón derecho, como mandan los cánones, el chaval se hizo la picha un lío  y entró por el pitón contrario. Vamos, lo que se diría una estocada al violín. Lo más extraordinario de todo esto es que la estocada cayó en todo lo alto y el toro rodó sin puntilla. Solo por aquello, le fue concedida una oreja.
Y después de aquello, simple y llanamente, ¡¡la fiesta siguió!!

 
LO QUE NO PASA EN LOS PUEBLOS, NO PASA EN NINGUN LADO

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