lunes, 5 de junio de 2017

VIGESIMOQUINTA DE FERIA: CUADRI SUSPENDE, PEEEEEERO

Lo mismo de los últimos años: Cuadri es otra cosa diferente a lo de hoy. Cuadri es hacer referencia a Podador, a Ribete, a Aragonés, a Poleo, a Trastero, a Comino, a Frijonero o a Aviador, entre otros muchos. Cuadri es una ganadería brava y encastada que está muy lejos de lo lidiado en la vigesimoquinta de San Isidro 2017. Y por todo ello, a nadie se le escapa que la corrida de hoy ha sido una decepción de grandes magnitudes. Ahora bien, si se hace una lectura exhaustiva y analítica de los seis toros, uno a uno, y de las lidias que recibieron algunos, cómo fueron picados, las opciones de lucimiento que ofrecieron y cómo estuvieron los toreros ahí delante, no es menos cierto que de la H tumbada nos hemos comido peores cosas (lo del año pasado, sin ir más lejos), y que en esta tarde ha habido toros que han tenido qué torear y para estar mucho mejor de lo que han estado los señores que lucían taleguilla bordada en oro, muy en especial el señor Fernando Robleño y el señor Javier Castaño. 

El primero fue un pobrecito inválido que tan solo merecía tan importante honor como lo es el ser arrastrado por los berrendos en colorado de Florito, pero que por razones que tan solo el señor presidente conoce, nos lo tragamos entero y sin masticar. Robleño estuvo ahí delante, porfiando con su piquito y sus cites en la oreja, más rato de lo que el animal mereció. 

El segundo, un ejemplar para nada sobrado de fuerzas, cumplió en la primera vara pero le costó un mundo arrancarse en la segunda, en la cual no se empleó. Pedro Iturrialde se lució en este tercio de varas haciendo la suerte de manera simplemente extraordinaria, y plantando dos puyazos en lo alto, aunque la segunda vara se le fue un palmo trasera. También se lucieron con este toro el francés Marco Leal, banderillas en mano, y por supuesto el gran Marco Galán bregando con suavidad y alargando el viaje del toro. Fueron algunas arrancadas por el pitón derecho más que provechosas las que ofreció el animal en la muleta de Castaño, a las cuales este no terminó de acoplarse, haciendo gala de una inseguridad y una falta de ideas irritable. Con la espada, pésimo.

El tercero de la tarde fue una alimaña con muy mala uva, para lidiar y poder más que para torear bonito. Venegas, con coraje y dignidad pero con falta de recursos lidiadores, trató al toro como si fuera una perita en dulce ideal para torear a placer sin inmutarse, aunque otra cosa era que de verdad fuera para ello. Siempre colocándose muy de verdad e intentando el toreo bueno, sufriendo por ello varios arreones y hasta una voltereta. No obstante, resolvió la papeleta dignamente.

El cuarto no se empleó demasiado en el caballo, siendo picado en toda regla y cayendo ambos puyazos en  la paletilla. Pero llegó a la muleta arrancándose con muchos  pies y hasta con cierta casta. Robleño lo llevó rápidamente hacia el tendido 4, y una vez fuera de la segunda raya, compuso una faena de trallazos fuera de sitio y abusando del pico con descaro. Robleño, desbordado por la correosa embestida de su oponente, fue cerrándose cada vez más a las tablas, donde el toro iba más a la defensiva. Más trallazos, más pico y más ratonerías de Robleño en una faena larguísima culminada de un metisaca y un bajonazo. 

El quinto salió metiéndose para adentro y arrebatando el capote a Castaño de una tarascada, por lo que hubo de salir el peón Marco Leal a pararlo con sobriedad, llevándose una merecida ovación por ello. Recibió un fuerte castigo en varas y se empleó con la cara abajo. Marco Leal prosiguió su buen hacer con el capote realizando una brega en la que llevó por bajo en todo momento al animal y le alargó la embestida, mostrando efectivamente que el animal podía valer. Y valió, vaya si valió. Otra cosa es que Castaño esté para muchos trotes. No se comía a nadie el animalito, pero su matador lo trató como si se Satanás hecho todo se tratara. Mantazos desde fuera y sin pararse quiero un momento, fue desarmado en varias ocasiones y de las rayas de picar no salió. Mala tarde, pero que muy mala de Javier Castaño.

Con el sexto en el ruedo, se armó la marimorena en los tendidos. Fue este toro un animal flojo que perdió las manos varias veces durante la lidia y el señor presidente se empeñó en no devolverlo. La gente se enfadó con creces, y más aún tras un caótico tercio de banderillas en el que el toro esperaba, cortaba el viaje y hacía hilo a los banderilleros, que optaron por el lanzamiento de jabalina. Enfado monumental de los aficionados, que lanzaron gritos de "fuera del palco" y hasta algunos insultos impropios de una persona con un mínimo de educación. Pero al final, hubo que callarse, porque el toro se vino arriba en la muleta y ofreció varias arrancadas por el pitón derecho para estar más que correcto con él. José Carlos Venegas estuvo bien, muy bien colocado siempre y queriendo llevar al toro atrás, consiguiéndolo de hecho por momentos, dando algunos muletazos de mucha enjudia y pases de pecho eternos y llevándolo a la hombrera contraria. Con esto, volvió a dejar patente José Carlos Venegas que puede ser un torero de culto para los aficionados por su preferencia por el toreo de verdad. Muy buena tarde la suya ante los toros de Cuadri en Madrid, sí señor.

Unos toros de Cuadri que si bien no fueron ni la sombra de lo que se espera de ellos, sí fueron algunos para estar muchísimo mejor de lo que se estuvo ante ellos. Otra cosa es que los matadores (obviando la buena tarde de Venegas, claro) tuvieran su día. Y es que urge una renovación en el escalafón.

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